Todo empezó con un funesto accidente de tráfico que se llevó la vida de Lucía y Miguel, la madre y el hermano mayor de Violeta.
Yo formaba parte de uno de los innumerables amigos de Miguel, un chico carismático, y divertido que siempre encontraba algo positivo en cada persona. En cambio él era prácticamente mi único amigo de verdad.
Conocí a toda su familia porque organizaban asiduamente convites de amigos tanto en su casa como en El Jaralillo, la finca familiar que tienen en la sierra madrileña.
Violeta y Miguel además de hermanos eran íntimos amigos. Iban al mismo colegio (sólo había un curso de diferencia entre ellos), salían juntos, organizaban las fiestas o reuniones de amigos juntos y sólo se separaban un mes durante los veranos porque a Violeta le encantaban los idiomas y aprovechaba parte de sus vacaciones estivales para viajar a uno u otro país del mundo con el objetivo de estudiar diferentes lenguas.
Desde el principio me llamó la atención su peculiar familia. Siempre se les veía contentos, bromistas, y con optimismo ante cualquier cosa que les deparara la vida.
El nacimiento de la hermana pequeña diez años más joven que Miguel, con problemas de corazón y con Síndrome de Down, fue toda una celebración en la familia. Su madre que había estudiado psicología, siempre encontraba la parte positiva de las cosas. Lo que otros consideraban problemas, ella los trataba como circunstancias de la vida que ayudaban a forjarse como excelentes personas, más fuertes y llenas de valores para compartir con los demás. Hasta Alejo su padre, el único serio de la familia, un economista siempre metido entre sus papeles llenos de números, tomó este nacimiento como un regalo del cielo.
Vivía con ellos Josefa, hija de la antigua ama de llaves de su tío bisabuelo por parte de padre, al que había pertenecido la casa con jardín donde vivían en un barrio residencial de Madrid.
De vez en cuando les visitaba su tío Pepín el único hermano de Lucía. Un bohemio pintor homosexual que se había mudado a Barcelona y que descolocaba todo el orden que Alejo trataba de imponer inútilmente en la casa.
Miguel y Violeta habían heredado de él una alegre y desinhibida forma de relacionarse con todo el mundo que les hacía seductores y entrañables al mismo tiempo. ¡Y también su arraigada costumbre de poner motes a todo el que se cruzaba en su camino!
En cambio yo hijo único, con un padre químico que trabaja incansablemente en una empresa farmacéutica, y mi madre profesora de historia en un instituto de Madrid, me sentía muy lejos de ese ambiente optimista y atractivo para todos los que lo veíamos desde fuera.
Supongo que como en todas las familias tendrían sus más y sus menos, pero aunque así fuera, lo llevaban de forma jocosa y risueña.
De repente todo se les vino abajo, el fatal accidente de coche, el padre que se queda sin trabajo, y la inundación de la antigua casa en la que vivían.
La pérdida de dos de los seres más importantes de su vida, provocó que Violeta se encerrara en sí misma de una forma hermética en la que no quería saber prácticamente de nadie más que de un montón de libros y recuerdos que en cierta manera le acercaban a sus seres queridos.
Mis continúas visitas a la familia donde tan bien lo había pasado y tantos recuerdos tenía desde mi amistad con Miguel cuando apenas rozábamos los diez años, iban siendo cada vez más distanciadas pues temía inmiscuirme en la vida de la hermana de mi mejor amigo sin que ella me lo pidiera.
Sentía una tremenda impotencia por no saber cómo ayudar a Violeta a salir de su encierro, pero a la vez me encantaba ir a su casa, respirar el ambiente, jugar un rato con su hermana pequeña y esperar a que algún día la situación cambiara.
Einstein dijo: "La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo, sin quedar superado. No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo".
Esta cita dicha en el momento oportuno por la persona adecuada, hizo que Violeta comenzara a dar un giro de 180º en su vida.